Toluca, México, 18 de mayo de 2014.
Cuando Mario Vargas Llosa se refirió al Macondo de Gabriel García Márquez, como un sitio cuyo relato condensa la historia humana y estadios corresponden a los de cualquier sociedad; es decir, que está presente en cualquier punto geográfico del mundo, no estuvo equivocado, pues la Sala de Conciertos Felipe Villanueva de este municipio se transformó en el lugar donde resurgieron los personajes de Cien Años de Soledad, como un homenaje póstumo al recién fallecido escritor colombiano.
Atónitos los espectadores disfrutaron por una hora cada fragmento que evocaban a José Arcadio, Úrsula Iguarán, al Coronel Aureliano, Remedios Moscote, Aureliano José, Remedios, la bella, Petra Cotes o al último de los Aurelianos, cuyos pasajes era revividos a través de la letra y acordes de Mozart, que unió en un solo escenario la obra y legado de dos grandes hombres.
Réquiem, Dies Irae, Tuba Mirum, Rex Tremendae, Recordare, Confutatis, Lacrimosa, Domine Jesu, Hostias, Sanctus, Benedictus y Agnus Dei, integraron el repertorio que los más de 60 artistas en escena interpretaron para traer a la mente de los asistentes aquella aldea integrada por 20 casas de barro y caña brava construidas a la orilla de un río de aguas limpias que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos, y que habitaban apenas 300 personas.
Concluidas las letras y los ensambles de este homenaje, organizado por el Gobierno del Estado de México, a través del Instituto Mexiquense de Cultura (IMC), los asistentes se levantaron de las butacas para otorgar al unísono una ovación de pie a los integrantes de Coro de la OSEM, hecho que hizo que Manuel Flores regresara para regalarles un tema más, siempre evocando al creador de Macondo, el escritor que siempre se confesó apasionado de la música romántica, aquel que mientras escribía Cien Años de Soledad escuchaba los Preludios de Debussy.