Ocuilan, Estado de México, 26 de febrero de 2020.
Citlalli Guadalupe Baldomero Raymundo, pequeña originaria de la comunidad tlahuica de San Juan Atzingo, en Ocuilan, a sus nueve años sueña con poder ser doctora para ayudar a su familia y a todos los que tengan alguna enfermedad en su pueblo.
Ella es una de los 10 mil beneficiarios del programa Niñez indígena del Gobierno del Estado de México, que permite que estudiantes de comunidades con presencia indígena de los tres a los 15 años de edad, reciban una canasta alimentaria que les permite mejorar su calidad alimenticia y que ayuda al gasto familiar.
Gracias a este programa, que inició en el año 2007 con un padrón de mil 500 niñas y niños, hoy es el semillero de sueños de 10 mil estudiantes indígenas que cursan el jardín de niños y los acompaña hasta que concluyen sus estudios de secundaria.
Para Citlalli, a quien le diagnosticaron una angina crónica por la falta de calcio en sus dientes debido al poco consumo de leche cuando era más pequeña, este programa le cambió la vida, porque le permite a sus papás y a su hermano recibir una canasta con productos alimenticios que aprovechan para mejorar su alimentación, y con ello, mejorar su rendimiento escolar.
De acuerdo con datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la falta de recursos económicos para la alimentación e incluso para su educación, hace que cada año, niñas y niños de las comunidades indígenas tengan que abandonar sus estudios.
Así que, el Gobierno del Estado de México, a través del Consejo Estatal para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas (CEDIPIEM), ha impulsado el crecimiento de este programa que, en la actual administración del Gobernador Alfredo Del Mazo, amplió su cubertura a pequeños que acuden a escuelas públicas de nivel preescolar.
Actualmente, Citlalli es una de las estudiantes de San Juan Atzingo, que ha sido beneficiada, y que, en esta comunidad, cuenta ya con egresados de Niñez indígena, que tienen una licenciatura en escuelas como la Universidad Autónoma del Estado de México y que incluso han sido reconocidos con el Premio Estatal de la Juventud.
“Nos ha ayudado mucho, porque pues, ya de ahí nosotros tenemos para darles, lo que es un atole, una comida, dos, tres veces al día. Antes comíamos una vez al día, lo que hacíamos era juntar quelites en los terrenos, sembrar chícharos, de ahí comíamos”, comenta Ana Rosa Raymundo Díaz, mamá de Citlalli, quien además se dedica a la costura.
Aseguró que con la despensa que reciben pueden completar el consumo familiar, “mis niños nunca habían tomado casi leche, desde chiquitos y ahora pues ya se van a la escuela y toman su leche”.
Con este apoyo, Citlalli sabe que si le echa ganas a la escuela, como le dicen sus papás todos los días, podrá cumplir su sueño de ser doctora y regresar a su comunidad para poner su consultorio.